Cristina Chiquin
Foto Reportaje
Miles de ojos que miran
miles de bocas que gritan
no pasará el olvido
no pasará el silencio
no pasará el dolor…
miles de bocas que gritan
no pasará el olvido
no pasará el silencio
no pasará el dolor…
El 24 de mayo miles de personas manifestaron
su rechazo contra la resolución de la Corte de Constitucionalidad, esta dejó
sin efecto la sentencia emitida el 10 de mayo por el Tribunal de Mayor Riesgo
A, en donde se condenó a Efraín Ríos Montt a 80 años de cárcel por los delitos
de Genocidio y delitos contra los deberes de humanidad.
A
pesar de ello la sentencia de los pueblos y la afirmación de los hombres y
mujeres Ixiles sobrevivientes, así como de las víctimas, fue dada desde el
momento en que los perpetradores realizaron los hechos.
Pero
es que la justicia no puede venir de las cortes y tribunales que este sistema
alimenta, un sistema que ha sido el que ha despojado, asesinado y violado. Jamás
podrán ser los funcionarios del terror quienes avalen la vida y la resistencia.
Son
los pueblos los que hacen la justicia, son los pueblos los únicos que podrán
juzgar a quienes perpetraron contra la vida.
En
los rostros de las mujeres y hombres ixiles, se puede reflejar el largo camino
que han tenido que recorrer para reivindicar la memoria de sus familiares, sus
cuerpos y su territorio.
En
ese camino por el reconocimiento de la Justicia y la verdad, se logró por
primera vez en la historia, juzgar a un
ex presidente y a su jefe de inteligencia, fueron los testimonios de las
mujeres y hombres ixiles narrando
quienes contaron su historia y lograron mostrar al mundo lo que se vivió
durante esos años donde se impuso el silencio a través de la violación sexual,
el asesinato, las masacres, la tierra arrasada y el desplazamiento forzoso.
Sin
embargo el silencio no duró para siempre, la voz de las y los desparecidos, de
los masacrados y de las y los sobrevivientes se hizo escuchar frente a un
tribunal. Y fue la verdad la que se impuso frente al genocidio y frente a los
ojos de Efraín Ríos Montt que se escondió tras las garras de los depredadores.
El
olvido no puede llegar jamás, es necesario seguir señalando con el dedo y la mirada puesta a
militares, a la oligarquía y a los invasores que siguen matando impunemente al
pueblo, hay que señalarlos porque ellos no cederán ni un paso, porque ellos
moverán sus piezas en este juego de
ajedrez que es su sistema y que funciona a través de su gobierno.
Por
ello el “Sí hubo genocidio” es una constante que no debe cesar, porque la
barbarie, las masacres, los asesinatos, la desaparición y el saqueo continúan y
siguen siendo las mismas sombras con sus dientes afilados las que siguen
devorando lo que queda.
A
pesar de ello el brillo de los ojos, la
fuerza de las manos, las voces que cantan y gritan siguen resistiendo, miles de
nombres, miles de rostros, miles de flores, caminan de cara a al terror para
decir “No tenemos miedo”.
Y
para decir: sus leyes no son nuestras leyes, la verdad ha sido escuchada y
seguirá latiendo en la lengua de la vida, porque la justicia vendrá siempre del
pueblo, para saber que desde afuera, como han querido mantenernos, podemos
hacerles temblar.
Fueron
ellos, los oligarcas, los militares, el gobierno, quien demostró que este
sistema es funcional para unos pocos y que la justicia institucional es una
víctima más de la devastación que han querido dejar bajo su paso.
Pero
la vara de los pueblos se levanta, la fuerza de los rostros de maíz demuestran
que, a pesar de los muchos años que han perpetrado el genocidio, no han
logrado romper la energía de los abuelos y abuelas que se alojan en los corazones para decir que el
camino es largo, pero que la vida sigue vibrando en esta tierra.
Porque
siempre floreceremos, una y otra vez, una y otra vez, hasta que rompamos la
burbuja del olvido, hasta que la memoria y la verdad despierten a los
sordos y haga ver a quienes han querido
estar ciegos.
CCR/eq
No hay comentarios:
Publicar un comentario